La Fecundación in Vitro (FIV) es una técnica de reproducción asistida que consiste en poner en contacto, mediante técnicas de laboratorio, los óvulos con los espermatozoides. El objetivo: facilitar y conseguir la fecundación.
El embrión o embriones obtenidos de la fecundación son cultivados en el laboratorio y se transfieren al útero para que continúen su crecimiento y desarrollo. Los embriones que no se transfieren pueden ser congelados siempre que presenten un desarrollo satisfactorio.
Esta técnica está indicada para parejas que presentan algún tipo de esterilidad, ya sea femenina o masculina, como por ejemplo:
En condiciones fisiológicas, cada mes y de forma alternativa, crece en el ovario una estructura llamada folículo que contiene en su interior un óvulo. Durante la ovulación, el ovario libera este óvulo, que es recogido por la trompa de Falopio, donde, si es posible, será fecundado por un espermatozoide.
Para aumentar la efectividad de la FIV y conseguir el embarazo deseado es necesario disponer de varios óvulos maduros y de buena calidad. Para ello, hay que llevar a cabo una estimulación ovárica controlada, con un tratamiento hormonal (gonadotropinas) de una duración de entre 9-12 días, que permitirá el crecimiento de varios folículos y, por tanto, la obtención de diversos óvulos.
El ginecólogo es el encargado de indicar el protocolo de estimulación más adecuado para cada paciente. Durante este período se hacen estrictos controles personales, tanto ecográficos, para valorar el número y crecimiento de los folículos, como análisis hormonales.
Cuando se considera que la estimulación ovárica ha sido satisfactoria, se administra una inyección de HCG que permite la maduración final de los óvulos. La punción ovárica se programa entre las 36 y las 38 horas posteriores.
La punción ovárica es el procedimiento indicado para recuperar los óvulos, aspirando el líquido folicular. Después de la estimulación ovárica y a partir de la administración de la HCG, la mayoría de óvulos acaban de madurar, se separan de la pared interior del folículo y se liberan en suspensión en el líquido folicular.
Aunque la punción se hace en quirófano, bajo sedación, es una intervención sencilla e indolora que no requiere ingreso hospitalario. Tiene una duración de 15-20 minutos y la paciente puede volver a su domicilio pocas horas después.
Durante la punción, el médico accede a los ovarios vía transvaginal con la ayuda de un transductor ecográfico. Los líquidos foliculares que se extraen se trasladan al laboratorio de embriología, donde son identificados y colocados en placas de cultivo hasta el momento de realizar la fecundación in vitro.
No siempre de todos los folículos se recuperan óvulos. Es posible que algunos folículos no contengan óvulos o que estos sean inmaduros o degenerados y, por tanto, no sean aptos para la fecundación. Por eso, el número de folículos que se ven en las ecografías los días previos no se corresponde necesariamente con el número de óvulos que se recuperan. Por tanto, no se puede determinar con exactitud ni el número de óvulos obtenidos ni su calidad hasta que no se revisan los líquidos foliculares al microscopio del laboratorio.
Paralelamente a la punción ovárica, se prepara una muestra de semen en el laboratorio. La muestra de semen puede ser de la pareja o de donante, en función de la indicación de cada caso. En el caso que sea semen de la pareja, es este quien nos tiene que traer una muestra de semen al laboratorio. Hay que recordar que, según recomendaciones de la OMS (Organización Mundial de la Salud), es aconsejable mantener una abstinencia de relaciones sexuales entre 2 y 7 días. En el caso que la muestra sea de donante, ya la habremos solicitado previamente al banco de semen externo y la tendremos congelada en nuestro banco a la espera de ser utilizada.
Sea cual sea el origen de la muestra, se procesará en el laboratorio para seleccionar los espermatozoides de más calidad y mayor movilidad y separarlos del resto de componentes del semen: plasma seminal, espermatozoides inmóviles o con movilidad baja, otras células...
Hay diferentes técnicas de preparación seminal. La técnica se individualiza en cada caso en función de las características de la muestra. El objetivo final es conseguir los mejores espermatozoides y provocarles los cambios fisiológicos necesarios (capacitación espermática) para facilitar la fecundación del óvulo.
Cuando no se pueden recuperar espermatozoides en el eyaculado, hay que hacer una biopsia de testículo para poder aislar los espermatozoides del tejido testicular y poderlos utilizar para la FIV.
La inseminación de los ovocitos tiene lugar pocas horas después, mediante la técnica más adecuada en cada caso:
Fecundación in vitro
Se ponen en contacto los ovocitos maduros y los espermatozoides y la fecundación tiene lugar de manera espontánea. Se puede hacer siempre que la muestra de semen sea de calidad suficiente. Se utilizan entre 40.000 y 80.000 espermatozoides por óvulo.
Microinyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI).
Mediante técnicas de micromanipulación se introduce un espermatozoide dentro del citoplasma del óvulo para producir la fecundación. Es necesario liberar previamente los óvulos de las células que los rodean. Se hace a 400 aumentos.
Microinyección intracitoplasmática de espermatozoides morfológicamente seleccionados (IMSI).
Es una técnica complementaria a la ICSI. La IMSI consiste en realizar, en tiempo real, una selección previa de los espermatozoides que se han de microinyectar mediante un microscopio invertido dotado de muchos más aumentos (alrededor de 6.000) que los utilizados habitualmente para la ICSI.
Entre 16 y 20 horas después de la inseminación, se identifican y se valoran los óvulos fecundados (cigotos). Hay que observar la presencia de 2 pronúcleos (uno femenino y uno masculino) en el interior del óvulo. Estos pronúcleos contienen la información genética de los padres. Son visibles durante pocas horas.
En este punto, ya se pueden descartar los óvulos que no hayan fecundado o que lo hayan hecho de forma incorrecta.
Los embriones obtenidos se dejan en cultivo en el incubador del laboratorio entre 2 y 6 días, según el caso.
Durante este tiempo, los embriólogos supervisan y evalúan el desarrollo de los embriones con el objetivo de seleccionar los embriones con mayor capacidad de implantación para ser transferidos o congelados.
Los criterios utilizados para esta valoración son diversos. Hay que tener en cuenta aspectos morfológicos del embrión, en general, y de las células que lo componen, en particular. También se valora la cinética y la velocidad de división del embrión.
Se utilizan como referencia patrones establecidos por asociaciones científicas.
Los óvulos y los embriones se cultivan en unas placas especiales, donde quedan protegidos y en suspensión. Estas placas se mantienen dentro de un incubador en unas condiciones de temperatura, humedad, atmósfera y pureza del aire idóneas para cubrir las necesidades y favorecer la fecundación y el desarrollo embrionario.
Es muy importante controlar con minuciosidad estas condiciones ambientales, ya sea dentro del incubador, el laboratorio o el medio de cultivo, porque pueden condicionar el desarrollo y viabilidad de los embriones.
De hecho, en todo el proceso hay que tener presente que estas condiciones de cultivo deben ser lo más parecidas posibles al medio natural de las trompas y del útero de la mujer.
La transferencia embrionaria consiste en depositar los embriones dentro de la cavidad uterina. Se hace 2 o 3 días después de la punción ovárica, aunque en algunos casos se puede llegar a hacer el 6º día.
Para la transferencia se seleccionan los embriones con un mejor pronóstico de implantación. El número de embriones a transferir depende de cada caso y de su evolución. La actual Ley de Técnicas de Reproducción Humana (Ley 14/2006) permite transferir un máximo de 3 embriones en cada ciclo de transferencia.
Para hacer la transferencia se utiliza un catéter especial y se hace bajo control ecográfico. Se trata de un proceso sencillo e indoloro que se practica en una sala anexa al laboratorio. Unos minutos después la paciente ya puede volver a su domicilio, aunque se recomienda que durante unos días lleve una vida relajada.
La paciente podrá saber si está embarazada, mediante un análisis de sangre, entre 12 o 13 días después de la transferencia.
Los embriones de buena calidad que no son transferidos en el ciclo de FIV se congelan. De esta manera, disponemos de embriones que podrán ser utilizados en un ciclo posterior sin tener que pasar otra vez por la estimulación y la punción ovárica.
Los embriones se mantienen criopreservados hasta el momento que la parella desee someterse a una nueva transferencia.
Los embriones permanecen guardados, con total seguridad, en el Banco de Embriones de GIROFIV.
Es un tratamiento mucho más sencillo y que permite transferir al útero de la paciente embriones que se generaron en el ciclo de FIV y que fueron criopreservados. Durante los días previos a la transferencia, hay que iniciar un tratamiento hormonal suave para preparar la matriz para la recepción de los embriones. La descongelación de los embriones se hace unas horas antes de la transferencia embrionaria. Hay que tener en cuenta que hay embriones que no resisten el proceso de congelación y descongelación, aunque su tasa de supervivencia ha aumentado mucho los últimos años gracias a los avances en las técnicas de congelación. GIROFIV utiliza la vitrificación como técnica de primera elección para criopreservar los embriones.