La inseminación artificial consiste en depositar una muestra de semen, previamente preparada en el laboratorio, dentro de la cavidad uterina, mediante una fina cánula. Esta técnica se practica en el momento de la ovulación para facilitar la unión entre el óvulo y el espermatozoide y aumentar así las posibilidades de fecundación.
En condiciones fisiológicas, cada mes y de forma alternativa, crece en el ovario una estructura llamada folículo que contiene en su interior un óvulo. Durante la ovulación, el ovario libera este óvulo, que es recogido por la trompa de Falopio, donde, si se da el caso, llegarán los espermatozoides, que serán los responsables de su fecundación y posterior implantación en la cavidad uterina.
Previamente a la inseminación artificial, hay que estimular los ovarios con un tratamiento hormonal (FSH) para provocar el crecimiento de varios folículos y la ovulación de diversos óvulos. Esta es la manera de aumentar la efectividad de la técnica. Es necesario, sin embargo, hacer un control preciso de este ciclo, valorar la sensibilidad del ovario a la medicación, evitar respuestas elevadas que podrían aumentar la posibilidad de gestaciones múltiples y adaptar el protocolo de inducción de la ovulación a cada respuesta.
Por eso, es el ginecólogo especialista en reproducción asistida el encargado de hacer todos los controles y supervisar todo el proceso.
Una vez determinado el momento de la ovulación, se programa la inseminación. En ese momento, la pareja entregará una muestra de semen al laboratorio para poderla procesar y obtener los espermatozoides con los que se hará la inseminación.
Antes de la inseminación, hay que preparar la muestra de semen en el laboratorio, mediante diferentes técnicas de preparación seminal.
El mismo día de la inseminación, la pareja tendrá que entregar la muestra al laboratorio aproximadamente 90 minutos antes de la hora programada para la inseminación. Según recomendaciones de la OMS (Organización Mundial de la Salud), es aconsejable mantener una abstinencia de relaciones sexuales entre 2 y 7 días.
Esta muestra se procesará en el laboratorio para seleccionar los espermatozoides de más calidad y mayor movilidad y separarlos del resto de componentes del semen: plasma seminal, espermatozoides inmóviles o con movilidad baja, otras células...
El objetivo final es conseguir los mejores espermatozoides y provocarles los cambios fisiológicos necesarios (capacitación espermática) para facilitar la fecundación del óvulo.
Es una técnica rápida, sencilla e indolora.
Consiste en cargar la muestra de semen procesada en una cánula fina. El ginecólogo la depositará, a través del cuello del útero, dentro del útero de la paciente.
Después de unos minutos de reposo, la paciente puede abandonar el centro y mantener una actividad normal.
Previamente a la inseminación artificial, hay que estimular los ovarios con un tratamiento hormonal (FSH) para provocar el crecimiento de varios folículos y la ovulación de diversos óvulos. Esta es la manera de aumentar la efectividad de la técnica. Es necesario, sin embargo, hacer un control preciso de este ciclo, valorar la sensibilidad del ovario a la medicación, evitar respuestas elevadas que podrían aumentar la posibilidad de gestaciones múltiples y adaptar el protocolo de inducción de la ovulación a cada respuesta.
Por eso, es el ginecólogo especialista en reproducción asistida el encargado de hacer todos los controles y supervisar todo el proceso.
Una vez determinado el momento de la ovulación, se programa la inseminación. En ese momento, la pareja entregará una muestra de semen al laboratorio para poderla procesar y obtener los espermatozoides con los que se hará la inseminación.